lunes, 18 de mayo de 2009

Ñam

Esteban corría por la casa solitaria, fueron años de silencio y aburrimiento. Su madre estaba muerta, pero a el poco parecía importarle. “Jamás la conocí” respondía a las dudas de sus compañeros de colegio. Era una familia poco normal, fuera de lo general y muy particular. Claudio vivió años sufriendo silenciosamente, postrado en su silla de ruedas y sumido en una depresión que lograba dejar de lado gracias al alcohol y las drogas, su hijo Esteban vivía bajo su alero. Lejos de todos los problemas que pudiesen tocarlo, Esteben tuvo una infancia feliz y austera, su padre se sacrificaba para entregarle lo mejor, a pesar de no conocer a su madre.

Claudio era un personaje conocido en el pueblo, sufría de trastornos bipolares debido a la temprano muerte de su esposa, “eran la pareja mas linda que eh visto en mi vida” respondía la dueña del único bar del pueblo al que Claudio era asiduo luego de dejar a su hijo en el colegio. El era nochero; su hijo dormía y el trabajaba, su hijo asistía al colegio y el bebía, su hijo llegaba a casa y el hacia las tareas con el. Eran una familia pequeña, pero unida.

La madre de Esteban murió en el parto, fue la primera pareja de Claudio y este a su vez de ella. Se amaron desde pequeños y todo parecía sonreírles. Ella estaba embarazada, y el tenia un trabajo muy rentable, pero ella no soporto la presión y después de dar a luz su cuerpo empezó a perder fuerza lentamente. Moría desangrada, mientras engendraba el hijo del amor de su vida. Nada haría olvidar a Claudio la cara de Josefina al ver a su hijo, era todo lo que ellos querían.

Se hablaba en el pueblo por lo bajo que Claudio jamás perdono a su hijo por arrebatarle el amor de su vida, pero este era el único recuerdo de ella. Entrego todo lo que tenía para hacer su vida lo más feliz que pudiese. Esteban jamás conoció a su madre, pero asimismo nunca estuvo en la miseria, no tuvo hambre ni le falto nada. Tuvo la bicicleta que mas le gustaba (la mas cara), Claudio trabajo doble turno ese día. Fue al paseo de curso que duro una semana, la misma semana que su padre estuvo sin ir al bar.

Claudio se apagaba lentamente, su hijo se transformaba en un caprichoso, el alcohol y las visitas al bar ya no eran suficientes. Su dolor aumentaba y su hijo no hacia nada, Esteban pequeño aun jamás entendió los problemas de su padre, el solo sabia que su padre era muy silencioso, nada sociable y que haría todo para que el estuviera feliz. Los días se hacían insoportables, nada lograba despegar de la desesperación a Claudio, el trabajo de nochero lo hacia desvariar, y llevar a cuestas 4 años de soledad lo hundía en una espiral de sensaciones inconexas, amaba a su hijo pero lo reprochaba por llevarse el amor de su vida.

En el bar de Carolina hablaba solo, todos los comensales lo conocían. Vivía encerrado en su mundo, el de su hijo. El suyo desapareció cuando su mujer murió. Las noches eran eternas y los días poco le daban de descanso. Las drogas que consumía para mantenerse despierto lo convertían en adicto y la mezcla con alcohol parecía alejarlo cada vez mas de la realidad.
Antes, podía mantenerse sin problemas trabajando en las noches y estudiando con su hijo por las tardes, las mañanas eran solo para el. Sus momentos mas íntimos los usaba para desvanecerse, pensar era doloroso. Su mujer se fue, se esfumo en un respiro. Nada podría superarlo, tuvo relaciones vagas pero nada duraderas. Nadie lo entendía ni el dejaría que se sumergieran en su dolor, era intenso. Claudio era intenso, de pasiones desatadas. Su primera mujer fue Josefina y le entrego todo a ella. Todo su mundo se desvivió por ella, los planes de futuro eran eternos y vivieron años de prosperidad. Era de familia acaudalada y jamás le falto algo. Jamás necesito realmente algo, salvo a su mujer. Personas que no viven completas hasta estar con quien deben estar, pero al se la arrancaron de su lado y dejaron un hijo en remplazo.

Los exámenes de final de semestre se acercaban, Esteban estaba histérico y necesitaba estudiar demasiado. A Claudio por alguna extraña razón el trabajo lo agotaba más, mezclo pastillas para mantenerse alerta en la noche, en la mañana bebió mucho mas de lo habitual por que la ansiedad de la semana lo atrapo. Ya en la tarde, llego borracho y drogado a su hogar. Su hijo jamás lo había visto así, sabia que su padre se relajaba mientras el asistía al colegio, pero para un pequeño la imagen de tu padre totalmente perdido es inimaginable, Claudio entendió perfectamente esto. Esteban no debía sufrir, el jamás debía conocer el dolor por el que pasaba. Su hijo era lo único que lo mantenía en la tierra, el jamás debía sentir desdicha, el no debía ver el dolor, no podía presenciar una imagen tan horrible como esta. Claudio se abalanzo contra su hijo y con la cuchara del café que se había preparado para comenzar a estudiar, comenzó a sacar los ojos de sus cavidades. “Hijo mío no puedes verme así, no debes verme de esta forma”. Gritaba como loco, mientras Esteban estaba mortificado y sin entender, el dolor era agudo y lo mareaban las sensaciones. Su padre estaba sobre el y con una cuchara le sacaba los ojos. “Eres mi hijo y el dolor que siento no lo debes ver ni sentir, estos ojos lograron vislumbrar algo, pero no te preocupes me los comeré y me quedare con ese dolor, tu jamás sentirás estas sensaciones” luego se metía los globos oculares en la boca y los masticaba mientras lloraba, tu no debes sentir el dolor… balbuceaba. Los gritos histéricos de Claudio alertaron a vecinos que llamaron a la policía, por el extraño incidente. Jamás pensaron lo macabro de la situación, Claudio cuando se dio cuenta de lo sucedido escapo de la casa para darse muerte pero la culpabilidad de su hijo y su esposa muerta pudo más, se dio de hachazos en la pierna para mitigar la frustración. Cuando la policía llego al hogar de esta familia vieron a Esteban sentado en la mesa con el café entre sus manos y el plato con el resto de sus ojos cerca, mientras les decía a las visitas que su padre le comió los ojos para que no viera más sufrimiento en este mundo.

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