jueves, 29 de julio de 2010

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Carlos abrió el paquete que le había llegado, no tenia remitente. Intento ser prolijo al sacar el envoltorio. Adentro había dos cajas pequeñas, blancas y con un número impreso en la tapa. Una tenia un uno y la otra un dos. Las abrió por orden, en la primera había un pequeño autito que tenia cuando era pequeño. Era rojo y se lo había regalado su madre para que se quedara tranquilo jugando, así lo hizo él. Jugaba todo el día con el, lo empujaba por toda la antigua casa donde vivía con sus padres y hacia los sonidos muy fuerte para que todos supiera de la existencia de su autito. Luego de ese pequeño momento decidió abrir la siguiente cajita. Estaba esperanzado, lo que sintió anteriormente al abrir la primera caja fue, francamente, placentero. Se precipito sobre la pequeña cajita con un dos dibujado en su tapa, era blanca como la anterior y el número plasmado arriba era lo único que la diferenciaba de la otra. Lentamente levanto la tapa, sólo para quedar paralizado de horror. Adentro había una oreja, era humana estaba puesta sobre algodones húmedos y teñidos en sangre. Era pequeña y con arrugas, era una oreja izquierda. Tenía un aro, una pequeña perla con incrustación de diamantes. Una joya que debería llevar alguien con mucha clase.

Carlos la reconoció, se la había regalado a su madre hace dos meses por su cumpleaños. La caja cayo de entre sus manos.

Dias de Santiago

Es tarde en Santiago y el día ya está oscuro. Pocas personas siguen circulando por sus calles, porque la mayoría de los negocios comerciales están cerrados. Así es un sábado por la noche en el centro de la capital, pero lo que nunca se apaga y sigue en movimiento es su Plaza de Armas. Cada esquina sigue ocupada por los de siempre, al frente de la Catedral se paran los humoristas para alegrar el amargura de aquellos atrapados en la rutina, un par de chistes y la capacidad de reírse de uno mismo ayudan a cualquiera.
Por otro lado están los viejos ajedrecistas con sus partidas eternas y torres, caballos y alfiles que no paran de moverse. Hay categorías entre ellos y eligen con cuidado su rival a vencer. En la otra esquina una mujer reúne a muchas personas a su alrededor mientras canta “Don’t Speak” de “No Doubt” con un peculiar tono de voz e intercalando comentarios al publico entre cada estrofa. Observando tímidamente está el vendedor de globos y máscaras de animales, con su pequeño carro con rueditas da vueltas por la plaza. Vende globos con helio y unos martillos que debes soplarlos para poder inflarlos, también máscaras de animales y “Power Rangers”. Lee pausadamente su diario y se detiene más tiempo en algunas páginas. Los pintores siguen trabajando en el área que se ganaron, que a estas alturas de la tarde quedan pocos. Se caracterizan por hacer réplicas de otros pintores, retratos, paisajes y en algunos casos llevan un poco más lejos la creatividad y crean versiones propias.
A la salida del metro que da a Ahumada, está un grupo de aficionados a la astronomía con tres telescopios. Muchos padres con sus hijos entusiasmados pagan los doscientos pesos para poder ver los anillos de Saturno, que en este día están mucho más visibles. Un señor de barba se encarga de ajustar los telescopios y ayuda a los niños para ver bien el planeta y las estrellas a su alrededor. En el centro de la plaza se congregan los desamparados, los sin casa, los vagabundos y sus perros. Armados de alguna manta o un chaleco viejo se tapan y usan algunas de las muchas bancas que hay en la plaza. Piden sin descaro a quien se les cruce y utilizan ese dinero para comer lo que puedan o en su defecto para beber. Son bastantes y tienen su territorio demarcado, algunos son amigos entre ellos y beben cerveza o vino en grupos. Los demás son seres solitarios o en compañía de un amigable perro que presta su calor a cambio de algunas sobras de lo poco que almuerce en el día su amo.
En el medio de todo, y yo sentado en una de las bancas, están los predicadores: hombres de potente voz y ferviente fe que pocas veces aglomeran gente a su alrededor pero eso jamás los detiene. En sueños se les apareció Dios y su misión es compartir sus enseñanzas y tildarnos a todos de pecadores pero que aún así podemos cambiar el rumbo de nuestras vidas, aún estamos a tiempo. Es ahí en el medio de la Plaza de Armas de Santiago donde este hombre tocado por Dios transmite sin parar todo lo que aprendió con su pequeña Biblia, a los transeúntes les habla directo a los ojos y a quien esté dispuesto a escucharlo le dará un charla moralizadora. Este personaje en esta tarde de sábado, es mucho mas híper ventilado que cualquier otro predicador y con su dedo acusador me apunta para que escuche su palabra. Falta poco para el fin de los tiempos y aún estamos a tiempo para arrepentirnos y llegar al reino de los cielos, lugar donde nos espera nuestro señor Jesucristo con los brazos abiertos, al menos eso es lo que el cree y es respetable. Esperemos que todo esto aún no se acabe, la vida en la Plaza de Armas jamás trascurre lenta y hoy no fue la excepción.

martes, 27 de julio de 2010

La manzana de Adán

“Esta noche era la indicada”, pensé mientras me preparaba. Me senté frente al espejo maquillando mi ojo derecho, estaba hinchado y un poco morado. El día anterior había peleado con alguien y recibí un puñetazo en la cara. Era un desconocido, un aparecido, un cliente que se sintió estafado. Aún recordaba sus palabras: “mentirosa, me engañaste”. Pero yo no engañe a nadie; se quien soy y lo que hago. Mi nombre es Esteban y tengo rabia. Se me escapan lágrimas cuando recuerdo eso y terminan por estropearme el rimel. Sé maquillarme muy bien, no quedarán rastros del moretón y rápidamente limpiaré y arreglaré el desastre de mi pequeño llanto. Luego, me empolvo la cara, delineo mis labios y pongo en mi cabello la media para apretarlo y dar más espacio a la peluca frondosa y de cabellos cortos que Estrella usa. Me levanto y comienzo a desvestirme, me saco la camisa y los pantalones. Uso ropa interior femenina y en la esquina de mi pieza está el ropero con la ropa para el trabajo. Acá dentro hay distintos atuendos que me probaré con mucha delicadeza. Quiero verme bella, Estrella siempre se ve bella.

Soy un travesti. Me paseo, en las noches, por las calles de Santiago deambulando y esperando que alguien necesite de mis servicios. Estrella es el nombre de mi segunda vida y al parecer no lo hago nada de mal. Soy una mujer atrapada en el cuerpo de un hombre. La vida es difícil cuando te sientes así, algunas personas no comprenden o no entienden que esto pueda suceder y se cierran ante la posibilidad de que exista una persona como yo y que, además, tenga este tipo de trabajo. Soy delicada y tengo claro lo que quiero, trabajo en esto para poder juntar el dinero para la operación y lograr salir de este encierro. ¿Entiendes lo que es estar encerrado? Estoy atrapado y encontré mi salida. A veces, por las noches lloro y me lamento de todo lo que sucede. Mi familia ya no me habla, sienten vergüenza. Tengo un hermano que es abogado, a él le costó mucho comprenderme pero me quiere, ese es el amor fraternal. Mi madre murió cuando yo era muy pequeño. No tuve una imagen femenina en mi vida, así que esto nació solo de mí. Mi padre es un idiota, un borracho agresivo que nos golpeaba a mi hermano y a mí por cualquier frustración que tenga. Claudio, mi hermano, es un genio y fue capaz de sobreponerse a todos los problemas de la familia.

Quizás yo estoy algo trastornado, pero me siento bien conmigo mismo. Quiero sentirme bien y liberado. Tengo vicios como el tabaco, no puedo dejarlo. A veces la vida acá afuera es difícil, la gente es fría y son muy perversos. Algunos se han querido aprovechar de mí y otros se sienten engañados al darse cuenta de que aun tengo cuerpo de hombre. Ellos reaccionan mal y pasa esto que tengo marcado en la cara. Pero ya sé cómo reaccionar y tengo buenas habilidades para maquillarme, el dolor no me importa. Tengo un sufrimiento mucho más fuerte adentro, la sensación de no pertenecer. De estar fuera de lugar y perdido. Se que algún día encontraré lo que he perdido, lo que nunca me fue entregado. Esta equivocación divina, porque soy una persona muy creyente y tengo claro que Dios está conmigo y quiere que todo cambie, que sea distinto y pueda ser feliz. Esta es una vida difícil, pero es mi vida y quiero mantenerme firme por mis sueños. Porque a pesar de que me consideren un fenómeno sigo siendo humano, sigo siendo una persona.