miércoles, 23 de junio de 2021

“Las líneas del tiempo se trazaban a mí alrededor. No podía dejar de girar, era absorbido por esa energía fuera de este mundo. Mi cabeza se abría y toda mi conciencia y mi memoria era succionados al vació. Intentaba mover mis articulaciones, nada. Sentía mi cabeza explotar y mis ojos estallar, el viaje era aun más rápido y cada vez olvidaba más cosas. La llave dorada, mi clavis aurea, me llevo al principio pero también al final de todo. Somos nada, somos primates, somos conciencia caminando en círculos sobre una nave espacial hecha de tierra y agua. Estuvimos todos conectados y lográbamos algo, ahora éramos seres… individuos. Lentamente mi último recuerdo y mi última pizca de conciencia desaparecieron y comenzó a pudrirse este envase hasta desaparecer.” Era el fin del mundo, o al menos eso creíamos. Podría haber sido el fin del mundo, pero no nos hubiéramos dado cuenta. Es esa sensación de que toda la maquinaria sigue en movimiento, ahí afuera pero tú no eres parte de eso, no eres parte de nada en realidad. El mundo sigue moviéndose, las personas se enamoran, tienen hijos, consiguen trabajos, mueren y el ciclo sigue. Y tu estas ahí, observando, preguntando constantemente si algo está mal contigo o realmente este mal en ellos. Borregos dices… y escupes. Luego viene la culpa y te pones a llorar. El mundo podría acabar mañana y no nos daríamos cuenta. A veces no puedo ni siquiera salir a mirar afuera. Ver que todo lo que sucede es real. ¿Debería cortarme y verme sangrar para saber que existo? Creo que es demasiado infantil. Prendo un cigarrillo y me siento en el sofá de mi habitación. No hay televisor, ni mesa de centro. Hay una guitarra apoyada en su amplificador, una pequeña mesita con muchas chucherías al lado del sofá. En el suelo hay una manta que las hace de alfombra y tirado por todo el pequeño espacio está lleno de latas vacías de cerveza, botellas de whisky a medio terminar, cajas de pizza y comida chatarra. El sofá es una cama y da directamente a un ventanal gigante. Se puede ver a la gente caminar afuera, son pequeños, como hormigas. ¿Sabrán que los puedo ver? ¿Les importara? Hay una paloma sentada sobre un cable, la observo y tiro un poco de humo sabiendo que jamás llegara. La miro esperanzado en que note mi presencia, no sé por qué. Mueve las plumas y lanza un líquido blancuzco al grupo de gente y luego se va volando. Debe ser entretenido volar, pero siento que debe dar mucho frio en el aire. Apago el cigarrillo y me duermo. El día está tranquilo… llamo Daniela en la mañana. Me dice Agustina mientras ordena los platos en la pequeña cocina. ¿Cuánto llevas sin salir a la calle Diego? -Salgo seguido, tengo que ir a comprar cada cierto tiempo cosas para comer, ¿o no? -Tú sabes a lo que me refiero, contacto social. Soy tu hermana y te quiero mucho, pero no puedo venir siempre a limpiar tu desorden. Esta casa es un asco, comes pura basura y hace dos semanas que te veo con la misma ropa… intenta hacer algo para salir de esto, por favor Diego. Daniela me dice que te llama siempre que puede y nunca contestas. -No me gusta hablar por teléfono… -Dice que te ha venido a ver y que nunca le abres la puerta. -El conserje me dijo que el citofono esta estropeado y quizás cuando viene estoy durmiendo, no puedo hacer nada respecto a eso. -Diego, por favor… -¡YA! Deja de molestar. Me di media vuelta y volví a dormir. Cuando desperté Agustina ya no estaba y era de noche. Había dejado los ventanales abiertos y ahora la habitación estaba llena de polillas. Odio las polillas, vi una sobre el escritorio y la aplaste con la palma de la mano. Sentí sus entrañas crujir por todo mi cuerpo, como si fuera un pequeño grito de auxilio. Mi palma quedo llena de un jugo verde que expulso cuando se reventó desde adentro y de polvillo dorado que soltaban sus alas. La tome por una de ellas y la deje en el cenicero, prendí un cigarrillo y lo apague encima de ella. Creo que era lo más sano. Me levante, fui a la cocina y puse a calentar un poco de agua. Quería tomar café. Volví a la pieza y me puse los pantalones, estaban llenos de pintura y manchas que ya no recordaba cómo se habían hecho. Me puse a recordar mi sueño, otra vez era el mismo de varias noches. Me transformaba en un lobo, negro y gigante. Estaba mordiendo algo con mucha fuerza, de mis dientes caía sangre caliente y sentía la ternura y lo blando de la carne que no masticaba, solo desgarraba. Luego de eso no recuerdo nada más. Volví a la cocina a buscar el café, quedaba muy poco. Menos de una cucharada. Intente aprovecharla al máximo. Puse un poco de agua en el envase y lo agite bien y lo deje caer sobre la taza. Comencé a buscar azúcar, pero no había. La bolsa estaba vacía al fondo de la alacena, la tomo y la vuelvo a dejar en el mismo lugar. ¿Por qué guardo algo vacio? A veces no me entiendo. El agua llevaba mucho rato hirviendo y no le había prestado atención, quedaba menos de la mitad del recipiente lleno. Todo lo demás se había evaporado. Me serví el café sin azúcar y me fui a sentar al sofá. Busque en la oscuridad de la pieza la cajetilla de cigarros pero estaba vacía, solo quedaba el cigarro/sepultura de la polilla que se cruzo en mi camino. Lo tome y lo prendí. Volví a despertar… reviso en la mesita de noche y aun me queda un poco de DMT. Me preparo un pitillo, es lo último que me queda. Me siento en el suelo, necesito volver y estar el tiempo suficiente. Lo prendo y aspira tranquilamente, siento como el humo llena mis pulmones. Lo mantengo el tiempo suficiente, cuento hasta veinte mentalmente. Aspiro fuertemente, estoy lleno pero siento que puedo más. Aspiro un poco y me atoro, el humo escapa por mi nariz y mi boca mientras toso. Sigue tosiendo un buen rato y siento que necesito un vaso de agua, me levanto y siento que ya he comenzado. Mis piernas, mis raíces se hunden en lo más profundo de la tierra al mismo cielo y mi mente explota y escapa hacia el universo. Me quedo quieto, recto y ya no estoy más en ese lugar. Ya no estoy en el sofá, ya no estoy en el apartamento, ya no estoy en la ciudad, ya no soy parte de este mundo y aun así sigo conectado a sus entrañas. Apreto mis nudillos, estoy cerca, veo el inico, veo la tierra transformarse en fractales, veo oscuridad pero realmente no puedo mirar. Ya no tengo ojos, soy nada pero soy parte de todo. Busco mi cara con mis manos, pero tampoco tengo manos. No tengo cuerpo, solo soy mi conciencia. He viajado millones de años luz, no hacia adelante, no hacia atrás, no hacia adentro, no hacia afuera. Estoy en el mismo lugar, pero sigo avanzando y el tiempo se agota. Todo se consume y se vuelve una pequeña esfera morada que se posa sobre mí, intento tocarla pero está muy lejos. Me precipito sobre ella, siento su contacto contra lo que sea que quedo vivo de mí y suena una melodía. Es una nota musical, estoy seguro pero no puedo definir cuál. ¿Cuál es? Todo dura muy pocos segundos y estalla una espiral hacia mí y despierto en el suelo de mi habitación. Me levanto algo mareado y busco a tientas en la oscuridad una libreta tirada en el suelo. Miro por la ventana y ya es de noche otra vez. Pasó mucho tiempo, pero no fue suficiente. Estoy demasiado agotado y tengo mucha hambre.

sábado, 30 de mayo de 2020

Todas las mañanas me levanto a regar el jardin, vi todo el proceso de como se fue corriendo el sol. Cada vez amanece de manera distinta. 

viernes, 24 de abril de 2020

En teoría debería tener algunas cosas guardadas en alguna habitación, mental digo. Pienso en los recuerdos como instancias a las que puedes visitar, recordar algo es volver a estar ahí. El sonido de una turbina llena el lugar, se va haciendo mas fuerte hasta que sentimos la presencia del avión pasando por encima. Es cosa de segundos, una sensación de vibración. A veces cubre la luz del sol y se oscurece por un segundo, quizás menos. La casa estaba bajo una ruta de aviones, ademas vivía muy cerca de la estación de tren. Se escuchaba el sonido de su bocina cuando llegaba. Hay humedad- Como si la tormenta estuviera encima, muy pronta a caer. Al final es un ejercicio, todo el proceso digo. Armar desde la nada algo que sea capaz de generar algo distinto. Entiendo mi mal genio como una idea de control, es decir poder ver algo y avanzar sobre ese supuesto. Historias, viajes o pensamientos, un espacio para la palabra. Eso escuche y pensé en dialogo, ¿sera que siento que puedo salvarme de todo, solo, hablando? No creo, no hablo para salvarme. ¿Por que hablamos? ¿que expresamos? Como si el lenguaje fuera un virus propagada por la palabra, te digo algo te contagia y me das una respuesta. Hay palabras mas contagiosas que otras, si alguien te dice buen día y no respondes estas atrapado. Saludar es estar supeditando al otro a lo que quieres que te responda. Toses un como va y si el otro no responde, no lo enfermaste no es parte de ti. No existe para el, ignora. Imagino que dentro de todo hay realmente un espacio oblicuo, es decir un lugar donde no se encuentran cosas, si no que se pierden. Ahí vive un monstruo. El nuestro. Si pensara en mi deseo como una linea fina que se proyecta desde mi pecho, una flecha que se proyecta. Es como vivir en una indecisión constante. El viento mueve la puerta de la pieza, haciendo un pequeño crujido típico de la madera. El movimiento es leve, pero el viento atraviesa y revive todo el espacio. Como si fuera, pero que entra y se va.

viernes, 24 de enero de 2020

Una conversación lleva a la otra, por instantes pareciera que la tierra se detiene y deja el tiempo pasar. Un vislumbramiento me dice que algo sucede, No soy igual en lo que digo y escribo. Cambio, pero no cambio mucho. El color de las flores no es el mismo bajo el sol que cuando una nube pasa o cuando entra la noche y las flores son color de sombra. Pero quien mira ve bien que son las mismas flores. Por eso cuando parezco no estar de acuerdo conmigo fijaros bien en mí: si estaba vuelto para la derecha me volví ahora para la izquierda, pero soy siempre yo, asentado sobre los mismos pies. El mismo siempre, gracias al cielo y a la tierra y a mis ojos y oídos atentos y a mi clara sencillez de alma. -Fernando Pessoa, Poema XXIX.
Saco de la mochila un paquete entubado, rompió el abre fácil con un dedo y retiro una bolsa de basura oscura y brillante. La agito al viento y la abombo, luego con un rama relativamente grande comenzó a recoger los trozos de papel que habían quedado regados por todos lados. Camino varias cuadras moviendo su carro, que cada vez tenia mas bolsas negras completas y cerradas. Doblo una esquina, dejo el carro estacionado y se sentó sobre la acera. Abrió la mochila y saco un paquete cuidadosamente envuelto en servilletas. Adentro había un pan con mantequilla por un lado, era poca pero esparcida cuidadosamente para que cubriera todos los bordes del cuarto de marraqueta, en el otro pan había una rodaja de tomate. El poto del que había robado hace unos días, la comida iba escaseando. Los vuelve a cerrar, se come la mitad y limpia las migas con el dedo mientras las deja en su boca. Se levanta y se acerca a la reja de una casa, llama con una piedra, con la otra mano agita una botella de coca cola vaciá y pidió si se la podían llenar de agua. Salio una señora algo asustada, gritando que que quería, que hay un timbre y no es necesario tocar con una piedra. Hace el mismo ademan con la botella y grita. Agua, la señora lo queda mirando un rato. Entra a la casa y sale con una botella más grande y se la da. La toma y la bebe ahí mismo, la mitad de la botella y la devuelve. La señora se niega y se retira, el guarda la botella grande en su mochila y la pequeña la deja en las bolsas de basura. Sigue su camino por el entramado de calles recogiendo basura, luego llega a la recicladora, le da unos pocos pesos por las bolsas con aluminio, otras de cartón y otras de plástico. El orgánico lo separan y se va con el resto de basura para hacer compost. Se despide y avanza por la calles. Lleva el carro por el parque, pasando por el pasto con gran esfuerzo. Llega hasta un espacio creado entre una estatua y varios arboles, saca de entre las malezas un colchón. Lo golpea con las palmas y le saca un poco el polvo, arma con unas telas unas paredes y se sienta sobre el colchón. El carro sirve como puerta, se acerca dos perros y se sientan a su lado, el los palmetea con cariño y saca trozos de una empanada de la chaqueta y se los da, se echan a dormir. El ladrido de uno de los perros lo despierta sobresaltado, el otro comienza a gruñir. Se escucha un grupo hablando fuerte, gritando, deben estar de joda piensa. Pero escucha que los pasos se acercan, se pone alerta. Los perros se levantan. Alguien grita, “he viejo dile a los perros que no hacemos nada” y los toca y se tranquilizan. El grupo se acerca, son tres chicos. “viejo te querés ganar un poco de plata” le dice uno cagado de la risa, el otro esta atrás igual sonriendo. El tercero solo quiere irse, “dejemos en paz al tipo boludo, es re tarde” El otro lo manda a callar y le grita, “no seguís caliente por lo de hoy día? Vamos esto te va a dejar mas tranquilo, me lo enseño mi viejo y a este el suyo. Siempre ha sido así, he viejo, querés o no querés? El hombre se levanta y los mira desafiantes, “salí acá y te explicamos” el viejo mueve las cortinas y cuando sale le llega un puñetazo en la cara que lo desestabiliza pero no lo bota. Se yergue y los mira desafiantes, “eso viejo, te pegamos y por cada patada que recibas te pasamo plata. El viejo avanza y le llega una patada en el estomago que lo hace arrodillarse, los pibes le tiran dos billetes. El los agarra y los guarda aun arrodillado… “viste boludo, si quiere… dale, vamos” el segundo amigo no espera que se levante y le da un rodillazo en la nariz. El viejo trastabilla, y cae de espaldas, el billete aterriza sobre su pecho, los perros comienzan a ladrar y el los echa. Se levanta y se abalanza sobre uno, pero el tercero lo agarra por detrás. “te quería pegar… así no era el trato” Los otros dos se enojan y los muelen a palos” El viejo esta tirado en el suelo, todo sangrando. Mirando al cielo, los perros lamen su piernas y brazos. Se escucha una voz muy serena que se acerca. Les tira algo a los perros y ellos se alejan a comerlo. Se agacha al lado del viejo y le da a beber agua. El viejo lo mira desafiante, es un tipo común. Le pasa un trapo con agua por las heridas de la cara y le dice que se levante porque tiene la nariz rota y se puede ahogar. El viejo se sienta sobre el pasto y el tipo se arrodilla otra vez a su lado. Le dice, si quieres te das un baño en mi casa y comes un poco, te parece? Vi lo que hicieron esos pendejos y no podía quedar así, llame a la policía pero ellos se fueron antes de que ella llegara y te dejaron tirado. Decidí bajar y ayudarte. El viejo lo miro mucho rato y apunto sus cosas, el las miro y se voltea “no te preocupes por esas cosas anda, vamos parate y te ayudo a ir” Levanta al viejo de un brazo y se lo pone detrás de la espalda, lo lleve entre a rastras y cargando. Suben al departamento y lo lleva al baño, lo sienta en la taza, le pasa una toalla y cierra la puerta. El viejo mira la toalla, es blanca y apenas la toca la mancha de barro y sangre. La deja en el lavamanos, se levanta y mira su reflejo en el espejo, comienza a desvestirse y se baña. El agua cae por su cara y la limpia, el vapor de agua se mezcla con un increíble aroma que lo hace babear. Sale de la ducha, se seca y se vuelve a vestir. Sale del baño y el tipo le dice que bote esa ropa, que en la cama le dejo otra para que se cambie y que se apure porque la comida se enfriá. El viejo vuelve a desvestirse y se cambia de ropa, entra a la cocina bañada del maravilloso olor y en la mesa solo hay un puesto. Al otro extremo esta sentado el hombre, se sienta y vuelve a mirar fijamente al hombre. Este lo mira y asienta para que come, al mismo tiempo dice vamos que se enfriá y hay varios platos mas. El viejo come a toda prisa y el señor le trae mas comida. Le sirve vino en una copa. El viejo come y bebe todo lo que le ofrecen hasta no poder mas, se cae de sueño. El señor lo ayuda y lo lleva a una pieza, le dice que esta es su cama por todo el tiempo que quiera dormir que ya mas tarde el hablaría con el. El viejo se recuesta y queda dormido. Suena la puerta abrirse es el señor con un café y unas tostadas que deja en la mesa, toca al viejo para que despierte y este se asusta y se levanta rápido en alerta. “Tranquilo, tranquilo. Esta todo bien, come esto. Te espero en el living” El viejo termina todo, bastante rápido. Camina por la casa buscando el living y ve al señor sentado en un sillón que lo llama, “eh, es acá siéntate al frente mio por favor” Sobre la mesa hay un revolver, el viejo se asusta. “Tranquilo, no pasa nada. Es para mi” El viejo abre los ojos y mira a la salida. “Quiero que me mates, esa es la verdad. Soy un cobarde y te he ayudado estos días porque vi la oportunidad para aprovecharme de eso” No te preocupes, no necesitas saber nada mas, solo toma la pistola apuntala a mi cabeza y dispara, luego te puedes ir tranquilo de esta casa.
Entrar en un espacio desconocido, cerrar los ojos. Recordar o intentar imaginar cuales fueron las razones para decidir entrar a este espacio. En el momento exacto de entender las cosas es cuando todo cobra un sentido distinto, me explico. Abrir una totalidad de saberes.
Quizás parecía nocivo pensar demasiado, pero a estas alturas era lo único que les iba quedando. Recostados sobre el borde de la cama miraban por la ventana como las luces de la ciudad se iban prendiendo. Se levanto y camino un poco por la pieza, el calzoncillo le quedaba con vuelos y algo suelto. Buscaba un calcetín, durante todo el proceso del acabar la luz del dia y comenzar la luz ficticia busco ese calcetín.