viernes, 24 de abril de 2020

En teoría debería tener algunas cosas guardadas en alguna habitación, mental digo. Pienso en los recuerdos como instancias a las que puedes visitar, recordar algo es volver a estar ahí. El sonido de una turbina llena el lugar, se va haciendo mas fuerte hasta que sentimos la presencia del avión pasando por encima. Es cosa de segundos, una sensación de vibración. A veces cubre la luz del sol y se oscurece por un segundo, quizás menos. La casa estaba bajo una ruta de aviones, ademas vivía muy cerca de la estación de tren. Se escuchaba el sonido de su bocina cuando llegaba. Hay humedad- Como si la tormenta estuviera encima, muy pronta a caer. Al final es un ejercicio, todo el proceso digo. Armar desde la nada algo que sea capaz de generar algo distinto. Entiendo mi mal genio como una idea de control, es decir poder ver algo y avanzar sobre ese supuesto. Historias, viajes o pensamientos, un espacio para la palabra. Eso escuche y pensé en dialogo, ¿sera que siento que puedo salvarme de todo, solo, hablando? No creo, no hablo para salvarme. ¿Por que hablamos? ¿que expresamos? Como si el lenguaje fuera un virus propagada por la palabra, te digo algo te contagia y me das una respuesta. Hay palabras mas contagiosas que otras, si alguien te dice buen día y no respondes estas atrapado. Saludar es estar supeditando al otro a lo que quieres que te responda. Toses un como va y si el otro no responde, no lo enfermaste no es parte de ti. No existe para el, ignora. Imagino que dentro de todo hay realmente un espacio oblicuo, es decir un lugar donde no se encuentran cosas, si no que se pierden. Ahí vive un monstruo. El nuestro. Si pensara en mi deseo como una linea fina que se proyecta desde mi pecho, una flecha que se proyecta. Es como vivir en una indecisión constante. El viento mueve la puerta de la pieza, haciendo un pequeño crujido típico de la madera. El movimiento es leve, pero el viento atraviesa y revive todo el espacio. Como si fuera, pero que entra y se va.