viernes, 24 de enero de 2020

Desperté en la mañana, o eso parecía. La lluvia había dejado de caer, al menos en la pieza no habían goterones y las vasijas estaban a medio llenar. Me destape y ordene las vasijas, eran tres. Cada una mas grandes, en conjunto habían hecho tres litros de agua que guarde en el armario bajo el espejo. Me pare y mire un rato en ese espejo, tenia el marco deforme. Parecía un rectángulo pero era algo mas triangular y si lo mirabas de perfil parecía un cuadrado, la imagen se curvaba un poco porque estaba doblado y daba una falsa sensación de realidad, como si fuera algo mas ancho de lo que soy y un poco mas bajo. Me sentía fuerte y pequeño, al cabo de varios meses termine por creer que ese era mi aspecto físico. Salí de la casa, le digo casa pero es una especie de pieza en medio del bosque. Afuera el fuego ya estaba hecho y me esperaban al rededor de el cuatro personas. Ivan atizaba el fuego, su cuerpo completamente pintado de rojo auguraba que se vendría una ceremonia. Me senté entre Pompeyo y Gertrudis, fumaban hachís de una pipa que Gertrudis había fabricado del hueso de un jabalí que habíamos cenado hace unos días. Pompeyo era ya un experto en armar el hachís, había una larga explanada y a lo lejos se divisaban infinitas montañas enormes pintadas por bosques aun mas profundos que este.

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