lunes, 27 de agosto de 2012
Esas cosas que dejas tiradas
Lo más fácil era decir que todavía estaban juntos, a pesar que la vida se acababa. La libertad que brindan las vacaciones es corta. Limitada. Ella escapaba del pasado, él no quería mirar el futuro. Lo odias por completo, pero la autodestrucción funcionaba perfecta para los dos. Escenas de sexo con éxtasis, leer poesía y fumar marihuana al ritmo de David Miles. Éramos hermosos, no había nada más que decir. Todo tenía su punto exacto y en el medio estábamos nosotros. Era el ojo de un huracán.
Siempre he pensado que somos todos iguales, que bah… en el sentido que todos merecemos exactamente lo mismo. Nadie más, nadie menos. No cagarnos entre nosotros, ¿se entiende? Es un sentido algo anarquista teniendo en cuenta que las sociedades en común funcionan como una pirámide. Una lastima, de verdad.
Siempre creí que si todos fuéramos libres, seriamos más felices. Creo que el sida de cierta manera vino a frenar la libertad sexual y termino por escaparse de las manos. Que las leyes que prohíben las drogas existen por el miedo a la apertura, a dejar de ver las cosas de manera horizontal u vertical. Que las religiones y sus dogmas respecto a nuestro comportamiento es miedo, miedo cristalizado. Somos animales, pero animales que piensan. Las personas llevadas por una pasión existen, las que se dejan llevar por un fanatismo también. Me gustan las pasiones, no los fanatismos.- Termine por decir.
Me encanta cuando crees que te pones profundo y comienzas a divagar sobre cosas que no tienen sentido respecto a lo que conversamos... te pregunte qué quieres almorzar hoy.- Respondió ella.
¿Es necesario comer? Es decir, obvio que es necesario pero ¿comer a determinadas horas? Me gusta comer cuando tengo hambre, y ahora solo quiero volver a estar adentro tuyo.- y se abalanzo sobre ella.
Bueno, existen ciertas reglas. Aunque tú no quieras y para poder follar es necesario que dos partes acepten. Yo, por mi parte, tengo hambre y ahora me voy a bañar para salir. Contigo o sintigo. Tu decides.- y se largo.
Me vestí rápidamente y la seguí.
…
Desperté en la mañana con la certeza de que no podría volver a conciliar el sueño. Ella seguía durmiendo, dibuje con mi dedo sus labios, sus lunares y jugué con su pelo. Hizo una mueca y movió la mano para alejarme y se giro para seguir durmiendo. “No me quiere acá” pensé, me levante, me puse los pantalones y busque en los bolsillos la cajetilla amuñada con el último cigarro. Me acerque a la ventana y fume, fume hasta que me dolió la garganta. Tome un lápiz y comencé a escribir en servilletas pequeñas historias, me aburrí y dibuje sin sentido.
No puedo dormir esta noche
El insomnio me persigue sin dar tregua
Solo quiero cerrar los ojos
Si ya no volveremos nunca a nuestro espacio privado, la pequeña selva, la mata de cardúmenes que existía en tu cabellera.
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