Tenía una bicicleta antigua y una cámara que le perteneció a su padre, aburrido de la nostálgica ciudad se paseaba por callejones recónditos. Tomaba tantas fotos como podía y su conocimiento le permitía, no en muchos lugares seguían vendiendo rollos. En la era digital era fácil olvidar lo importante del papel.
Un día decidí alejarme, escapar, siempre me dio risa pensar que una bicicleta te llevaría lejos. No quería ir lejos, solo alejarme donde nadie estuviera. Encontré un espacio vacío, un terreno baldío al final de la villa. Tenía una vista maravillosa de la gris ciudad y el pasto más verde y frondoso que pudiera imaginar.
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